Historia

En 1959 comenzó un gran proyecto empresarial.

Nuestra aventura comenzó hace medio siglo, cuando un reducido grupo de personas de Guissona y sus alrededores, recién iniciados en la actividad ganadera, decidimos constituir la Cooperativa Avícola de Guissona, que, con el transcurso de los años, ha dado paso a bonÀrea Agrupa. Ha sido un proceso largo y apasionante en el que he tenido la oportunidad de estar presente desde el primer día, lo cual me permite relatar esta historia.
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Esta obra no habría sido posible sin el esfuerzo de todas las personas que han contribuido en mayor o menor medida a que sea una realidad, desde los socios que apostaron desde el primer momento por el proyecto hasta el último de nuestros trabajadores. Este libro pretende ser un recuerdo y un homenaje a todos ellos.

La década de 1950 revolucionó el mundo rural. Las máquinas fueron reemplazando a los animales de labor, lo que redujo el peso de los trabajos agrícolas y trajo una importante mejora de la productividad agraria y un gran excedente de mano de obra. La mecanización del campo fue el inicio de la despoblación de nuestros pueblos. Paralelamente, la ciudad se convirtió en la tierra prometida, donde la gente podía optar a nuevos puestos de trabajo para reemplazar a los que iban perdiendo en sus lugares de origen.

Pese a todo, estos cambios en el mundo rural abrieron la puerta a nuevas oportunidades de prosperidad. Los vecinos de las ciudades demandaban cada vez más alimentos, en especial huevos y carnes, porque habían perdido los corrales que tenían en el pueblo. Era necesario, pues, hallar nuevas formas para obtener esos alimentos en mayor cantidad e incluso calidad.

Fue así como, con apenas unos centenares de gallinas y cerdos, y una entrega y valor imponderables a pesar de la inexperiencia, algunos aventureros nos lanzamos a una nueva actividad, las granjas, intentando hallar en ellas nuestro futuro.

Por mi parte, fui a estudiar Veterinaria pensando en dedicarme a los animales de trabajo del campo, pero en pocos años los mulos y caballos fueron sustituidos por las nuevas máquinas. El ejercicio de mi profesión debía buscarlo en los animales de granja.

En el entorno de la ciudad de Reus había otro grupo importante de pioneros de aquella nueva etapa ganadera, y especialmente avícola. Allí encontramos buenos amigos y también apoyo, que resultó de mucha ayuda en los inicios de la Cooperativa Avícola de Guissona. En Guissona y sus alrededores no faltaron nuevos compañeros, personas que se embarcaron en nuestra aventura, pues compartían nuestras circunstancias y la necesidad de un nuevo trabajo e ingresos. De esta forma, y en muy poco tiempo, nuestra nueva Cooperativa fue adquiriendo entidad.

Mi buen padre, Ramón Alsina Albareda, y Ramón Surio Fonoll, nuestro primer presidente, eran miembros de la junta rectora de la Cooperativa Agrícola de Guissona, importante y sólida entidad fundada a principios del siglo XX como Sindicat Agrícola de Guissona. Ellos creían, acertadamente, que nuestro proyecto debía encajar en el Sindicat, por lo que en 1959 se buscó una sinergia entre ambas entidades. Esa colaboración debía facilitar nuestros inicios, pues el Sindicat disponía de locales y molino de cereales; por nuestra parte, podíamos aportar nuevas actividades a una antigua entidad y, en consecuencia, más oportunidades para sus socios.

Sin embargo, el entendimiento duró poco tiempo. A pesar de la voluntad y la ayuda del presidente Surio y de mi padre, a finales de 1961 se produjo una violenta ruptura entre las dos cooperativas, motivada por la producción de piensos por parte del Sindicat, en competencia con la recién creada Cooperativa Avícola. El Sindicat, además, en contra de lo convenido, apartó a nuestra Cooperativa de sus instalaciones.

La actuación del Sindicat fue un gran error, pues si a nosotros nos trajo muchos quebraderos de cabeza, al Sindicat Agrícola de Guissona le reportó, al cabo de pocos años, la ruina absoluta.

No fue fácil superar el desalojo y la nueva competencia de nuestros antiguos amigos del Sindicat. Los que en 1961 constituíamos la junta rectora de la Cooperativa arrimamos el hombro cuanto fue necesario. En un rincón del almacén del Sindicat, del que dispusimos hasta diciembre de 1962, colocamos cuatro sillas y unos tablones que sirvieron de oficina. Allí dimos la bienvenida a tres jóvenes de Guissona que se incorporaron a nuestra plantilla: Jaime Villorbina Giralt, Rosendo Camats Ribera y Josep Campabadal Toldrá, personas excepcionales en todos los sentidos. En esta etapa, el comedor de mi casa se convirtió en parte de nuestra oficina y también en sala de juntas, donde celebramos las sesiones más audaces de nuestra historia.

A este primer equipo, con el que se ganaron las batallas iniciales, fueron sumándose nuevas y excelentes personas, en su mayoría de nuestro entorno y que aún hoy siguen constituyendo el equipo gestor de bonÀrea Agrupa.

Esta etapa de muchas dificultades, a pesar de todo, sirvió de estímulo para aspirar a mayores metas. Muchos nos calificaron de pobres diablos, con futuro incierto y dudosa solvencia, a pesar del buen cumplimiento de nuestros compromisos. Esos comentarios nos dieron, posiblemente, nuestra primera lección de management, pues vimos claro que debíamos basar nuestro futuro en la eficacia y en la propia solvencia, evitando riesgos inútiles e invirtiendo con recursos propios

Hay que destacar que, a lo largo de la vida de nuestra Cooperativa, los ejecutivos de Guissona hemos tenido la mejor sintonía con los miembros de las juntas, tanto de la Cooperativa como de la Caja Rural. Nunca se ha ocultado o tergiversado información y siempre se han tratado los asuntos abiertamente. He asistido sin excepción a todas las juntas rectoras y generales que se han celebrado y puedo dar fe de ello.

Han sido muchas las personas que se han implicado en nuestro proyecto. Todas ellas han sido imprescindibles para hacer posible nuestra organización y compartimos la satisfacción de haberlo logrado en un ambiente serio, pero también entrañablemente amistoso.

Volviendo a nuestra historia, allá por los años setenta alguien nos dijo: "¿Os dais cuenta de que, por volumen de ventas y personal, sois la mayor empresa de Lleida?". Era cierto, como también lo es que seguimos siendo la primera empresa de la provincia desde hace más de treinta años.

Esa cita que recogió la prensa supuso un punto de inflexión en la historia de nuestra Cooperativa, que entró en una nueva etapa en la que fuimos distinguidos con premios de diversa índole y… dejamos de ser aquellos "pobres diablos".

Creemos que nuestro desarrollo en el ámbito de la producción agraria y especialmente animal es consecuencia no sólo de haber hecho frente a las dificultades, sino principalmente por haber aceptado todas las oportunidades que han surgido en el desarrollo de la actividad ganadera, lo que nos ha llevado a la integración total, hasta el consumidor, y a la amplia gama de especies y productos con que contamos en la actualidad.

Por otra parte, hay que señalar que nunca se han comprado favores y que nuestra voluntad ha sido mostrarnos amigables y atentos con todos. Nuestra ambición no ha sido otra que la empresa, sus socios y sus empleados. No ha habido otra motivación que la consecución de los fines sociales.

Este camino nos ha llevado a la realidad social y económica actual de bonÀrea Agrupa. Muchas personas y familias dependemos de él y estamos confiados en el futuro porque creemos que nuestro trabajo es valioso para los consumidores y para la sociedad en general, ya que no sólo proporcionamos alimentos, sino que lo hacemos con calidad y precios excepcionales, lo que justifica nuestro desarrollo sostenido.

Otro momento relevante de nuestra historia y que merece ser recordado, es el de la evolución societaria de bonÀrea Agrupa. Fue a principios de los años noventa cuando, al prever los relevos generacionales, constatamos que no había cooperativa agraria que hubiera permanecido activa cincuenta años con un buen nivel de prosperidad, lo que preocupó tanto a los veteranos como a los más jóvenes.

Nosotros queríamos ser la excepción. Hablamos del futuro de nuestra organización en innumerables juntas rectoras e, incluso, en algunas generales. No era fácil encontrar la solución, pero, como se suele decir, "el que la sigue la consigue". Tras varios años de quebraderos de cabeza, finalmente encontramos la vía en la creación de una sociedad mercantil y la implicación en ella de socios y personal.

El 23 de diciembre de 1999 constituimos la Corporación Alimentaria Guissona, S. A., a la que se aportaron los principales activos de la Cooperativa de Guissona, así como de otras sociedades que fueron apareciendo en la década de 1990. Así, las 74.992 acciones de la Corporación se distribuyeron entre más de 4.500 accionistas, con un criterio acertado y, por supuesto, con la conformidad de los socios.

Esperamos haber asegurado de este modo el porvenir de bonÀrea Agrupa, actualmente formado por la Cooperativa de Guissona, la Caja Rural de Guissona, la Corporación Alimentaria Guissona, las Fundaciones Agropecuaria y "bonÀrea", Servicios Agropecuaria de Seguros y Serveis Médics Guissona.

Nuestros inicios como cooperativas del campo y de crédito han marcado la trayectoria de las empresas de bonÀrea Agrupa, que han mantenido los principios de economía social. Así, los accionistas fundacionales de la Corporación Alimentaria fueron los mismos socios de las cooperativas, los usuarios de su actividad y su personal. También las fundaciones Agropecuaria y "bonÀrea", que gestionamos directamente y que tanto representan en el entorno de Guissona, se encuadran en su responsabilidad social.

Estos cincuenta años de actividad, son la verdadera recompensa para todos los que constituimos bonÀrea Agrupa. Nuestra mayor satisfacción es poder reafirmar el compromiso de mantener el bienestar de las personas relacionadas con la organización, confiando en la utilidad y servicio a millones de clientes que compran nuestros productos.

Finalmente, debo agradecer el reconocimiento a mi persona como fundador de bonÀrea Agrupa, un reconocimiento que quiero compartir con todos y cada uno de los que me han acompañado en este tiempo. También me gustaría añadir que considero un honor el haber dedicado más de cincuenta años al Grupo y espero tener saldo suficiente para, junto con mis compañeros, seguir muchos años más cuidando de él, aportando iniciativas y mejorando los resultados.

Jaume Alsina Calvet
Presidente y Fundador